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Psicología del Deporte
Autor: Gustavo Maure
Alejandro Magno
Alejandro III de Macedonia, apodado Alejandro Magno por los romanos (en griego Μέγας Αλέξανδρος, transliterado como Megas Alexandros)[1], rey de Macedonia, nacido el 21 de julio de 356 adC, muerto el 13 de junio de 323 (reinando de 336 a 323 adC), considerado el líder militar más importante de la historia. Antes de su muerte, había conquistado la mayor parte del mundo conocido por la Grecia antigua, incluyendo la mayor parte del Imperio Persa.

Alejandro es también mencionado en el libro zoroástrico de Arda Viraf como "el maldito Alejandro", por la conquista del Imperio y la destrucción de su capital, Persépolis. Se le conoce como Eskandar-e Maqduni (Alejandro de Macedonia) en persa, Dhul-Qarnayn (el de los dos cuernos) en las tradiciones del Medio Oriente , al-Iskandar al-Kabeer en árabe, Sikandar-e-azam en Urdu e Hindi, Skandar en Pashto, Alexander Mokdon en Hebreo, y Tre-Qarnayia en Arameo (el de los dos cuernos), aparentemente a causa de una imagen empleada en las monedas acuñadas durante su reinado en la que al parecer se le muestra luciendo los cuernos de carnero del dios egipcio Amón. Sikandar, su nombre en Urdu e Hindi, también se emplea como sinónimo de "experto" o "extremadamente hábil".


Imagen de Alejandro Magno combatiendo contra el rey persa Darío III en la batalla de Issos. Detalle del mosaico de la casa del Fauno de Pompeya
(Museo Arqueológico Nacional de Nápoles)

Batallas de Alejandro Magno (338 adC a 326 adC)
Queronea – Gránico – Issos – Tiro – Gaugamela – Hydaspes

Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de la Grecia antigua bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia (tarea que el hijo tuvo que repetir dos veces a causa de la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de Filipo), Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región del Punjab. Antes de su muerte, Alejandro había hecho planes para girar hacia el oeste y conquistar Europa. También quería continuar la marcha hacia el este para encontrar el fin del mundo, ya que su tutor durante su niñez, Aristóteles, le había contado historias sobre el lugar donde la Tierra acababa y empezaba el Gran Mar Exterior. Alejandro integró extranjeros (ni griegos ni macedonios, conocidos como los Sucesores [2]) en su ejército y administración, lo que ha sido definido por algunos académicos como una "política de fusión". Favoreció el matrimonio entre miembros de su ejército y extranjeras, y lo practicó él mismo. Tras doce años de campañas militares contínuas, Alejandro murió, posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o encefalitis vírica. Sus conquistas resultaron en siglos de dominio y colonización griegas sobre áreas lejanas, conocido como período helenístico, una combinación de las culturas griega y del Medio Oriente. Alejandro persistió en la historia y mitos tanto de la cultura griega como de las no griegas. Tras su muerte (e incluso durante su vida) sus conquistas inspiraron una tradición literaria en la que aparece como un héroe legendario, en la tradición de Aquiles.

Nacimiento e infancia
Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (dinastía de los Argéadas), y de Olimpia, princesa de la Casa Real de Epiro. Se cuenta que el día de su nacimiento se tuvo noticia en la capital de tres triunfos: el del general Parmenión frente a los Ilirios, el fin victorioso del sitio a una ciudad portuaria por su padre y la victoria del carro del rey en competición, lo que fueron considerados increíbles augurios. Probablemente fueran invenciones posteriores, a raíz de la leyenda que dejó este personaje. Alejandro era de hermosa presencia, cutis blanco, cabello castaño claro y ondulado, ojos heterócromos (uno marrón -el izquierdo- y otro gris, aunque no se sabe si dicha heterocromía fue de nacimiento o como consecuencia de un traumatismo craneal), y tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho.

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas, un maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, quien lo inició en los ejercicios corporales y repetidas veces lo comparaba con el héroe Aquiles. Sin embargo a los trece años, pronto fue puesto al cuidado de Aristóteles, que sería su maestro en un retiro en la ciudad macedonia de Mieza, enseñó a Alejandro la política, la elocuencia y la historia natural. Sabía de memoria los poemas homéricos y todas las noches colocaba La Ilíada debajo de su lecho.

Muy pronto (340 adC) su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de su juventud. En el 338 adC dirigió la caballería macedónica en la batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año. Desde pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Es por eso que a pesar de tener apenas 16 años, se vio obligado a repeler una insurrección armada. Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le respondió: "Si espero perderé la audacia de la juventud".

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco: Filipo II había comprado un gran caballo al que nadie conseguía montar ni domar. Alejandro, aun siendo un niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su propia sombra y lo montó dirigiendo su vista hacia arriba, hacia el Sol. Su padre le dijo tras domar a su caballo, Bucéfalo: "Macedonia es demasiado pequeña para ti". En efecto, Alejandro quedaba libre para empezar la guerra contra Persia.

Un nuevo matrimonio de su padre, que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono, (no conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente hasta la mayoría de edad de su sobrino, pero se adueñó del trono) le alejó de su padre. Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo (un poderoso noble macedonio llamado Atalo) rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de Filipo siendo macedonia daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la sucesión. Alejandro se enfureció y le echó encima el contenido de su copa, espetándole: "Y yo ¿qué soy? ¿un bastardo?". Cuando Filipo, borracho, se acercó a poner orden, Alejandro se burló diciendo ”Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse”. La historia le valió la ira de su padre, teniendo que huir. Sin embargo, terminaría por perdonarle.

Ascenso al poder
Después del asesinato de su padre en el año 336 adC a manos de Pausanias, un capitán de su guardia, Alejandro heredó el reino cuando solamente tenía veinte años. La conspiración detrás del asesinato, aunque atribuida generalmente a una historia amorosa del rey, ha dejado a la madre de Alejandro, Olimpia, y a los persas como posibles sospechosos.

Este momento de aparente debilidad de la monarquía macedónica supuso que toda la Grecia sometida por Filipo se alzase en armas, pero Alejandro dio resueltamente pruebas de su fuerza militar: atravesó Tesalia, sometiéndola, (ya había sido conquistada por Filipo), venció a los griegos tomando y destruyendo Tebas, y Atenas se vio obligada así a acatar su poder. Se hizo nombrar Hegemon, título que ya había ostentado su padre y que lo situaba como gobernador de toda Grecia.

Consolidada así la hegemonía macedónica, Alejandro teniendo a su disposición un estado consolidado tras las reformas internas de Filipo II, se dispuso a cumplir su último proyecto: Conquistar el Imperio Persa.


Alejandro cortando el nudo gordiano, por Jean-Simon Berthélemy
(Escuela de Bellas Artes, París)


La conquista de Persia
Comenzó por Asia Menor, en donde los persas ofrecieron débil resistencia, venciendo en la Batalla del Gránico, a orillas del riachuelo Gránico. En este lugar, los sátrapas le opusieron un ejército de 40.000 hombres, en su mayor parte, griegos mercenarios comandados por el astuto Memnón de Rodas. En este combate, Alejandro estuvo cerca de la muerte, pues un persa trató de asesinarlo por la espalda, pero salvó la vida, gracias a Clito, su fiel amigo, que de un sablazo derribó al agresor.[3]Las ciudades griegas de las costas se entregaron ya sea por miedo o por querer ser liberadas.

A finales de 334 adC decidió invernar en Gordión, antigua capital de Frigia. Allí se encontraba un famoso carro real, sujeto a un nudo complicadísimo. Según el oráculo de Gordión, quien supiera deshacerlo conquistaría Asia. No se sabe si Alejandro desató el nudo pacientemente o si lo partió con su espada. En cualquier caso, la tormenta que siguió al hecho fue interpretada como un claro signo de que Zeus lo aprobaba.

Una contraofensiva marítima de los persas en el Egeo, al mando de Memnón de Rodas y su flota, puso en peligro a la Grecia continental, pero esta amenaza se detuvo después de la victoria de Alejandro sobre Darío III en la batalla de Isos (pequeña llanura situada entre las montañas y el mar cerca de Siria) en el 333 adC, en la cual, el rey Darío huyó amparado en la oscuridad de la noche dejando en el campo de batalla sus armas y su manto púrpura. El rey, tomó conciencia de la amenaza y envió propuestas de negociación, que fueron desestimadas. Sin embargo, la familia de Darío III fue capturada en el interior de una lujosa carpa o tienda. Alejandro trató a todos con gran cortesía y les manifestó que no tenía ninguna cuestión personal contra Darío, sino que luchaba contra él para conquistar Asia.

Alejandro conquistó fácilmente Fenicia, con excepción de la isla de Tiro, debiendo mantener un largo asedio (de enero a agosto de 332 adC), conocido como el Sitio de Tiro. Conquistada Tiro se dirigió a Egipto, en donde se hizo proclamar 'Hijo de Amón', título reservado sólo para los faraones. En esa época controló la situación de rebeldía en Anatolia y el Egeo, de tal modo que en la primavera del 331 adC, desde Tiro, organizó los territorios conquistados. Darío, con un ejército más numeroso, decidió hacerle frente en Gaugamela a orillas del Tigris, pero apenas logró salvar su vida, ya que pese a la superioridad numérica se vio derrotado por el genio militar del joven rey macedonio.

En ambas ocasiones el emperador persa escapó huyendo. Darío fue traicionado por sus nobles y asesinado. Alejandro habría de honrar a su otrora rival y enemigo y perseguir a sus asesinos.

También esta conjura provocó la muerte de Filotas, hijo de Parmenión, Amintas (primo de Alejandro), considerado por los insurgentes como el legítimo rey (Filipo llegó al trono, pues su hermano, el regente de Macedonia cayó muerto y su hijo, Amintas, era aún muy joven para gobernar). Tiempo después ocurrió una nueva conjura contra Alejandro, ideada por sus pajes, la cual tampoco logró su objetivo. Tras esto, Calístenes (quien hasta ese momento había sido el encargado de redactar la historia de las travesías de Alejandro), fue considerado como impulsor de este complot, por lo que fue condenado a muerte, sin embargo él se quitó antes la vida.

Uno de sus generales más queridos del último ejército legado por su padre fue Cleito o Clito "El Negro", al que Alejandro nombraría antes de este incidente sátrapa de Bactriana. Alejandro, orgulloso de su poder y dominado por su ambición, pretendió ser adorado como un dios. En un banquete, su amigo Clito, cansado de tantas lisonjas, le dijo indignado: No eres un dios, porque los dioses hacen las cosas solos y tú has llegado a ser grande, gracias a los macedonios; incorporándose volvió a gritarle: Sin mí, hubieras perecido en el Gránico.

Alejandro, que estaba ebrio, buscó su espada, pero uno de los guardias la ocultó. Clito fue sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra puerta, y mirando fijamente al conquistador, repitió un verso de Eurípides: Qué perversa costumbre han introducido los griegos. Alejandro arrebató una lanza a uno de los guardias y mató a Clito, que se desplomó en medio del estupor de los presentes. Arrepentido del crimen, pasó tres días encerrado en su tienda y algunos afirman que hasta trató de suicidarse a consecuencia de la muerte de su amigo.[4]

Tras muchas peripecias y conquistas, Alejandro había invadido Bactriana, se había casado con la princesa Roxana, y llevaría a su ejército a atravesar el Parapamisos y a dominar el valle del Indo, con la única resistencia del rey indio Poros en Hidaspes.

Ampliación del mapa
Extensión del imperio de Alejandro MagnoA sus treinta y dos años su imperio se extendía hasta el valle del Indo por el Este y hasta Egipto por el Oeste, donde fundó la famosa ciudad de Alejandría (hoy Al-Iskandría). Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad egipcia habría de ser con mucho la más famosa de todas las Alejandrías fundadas por el también faraón Alejandro.
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De hecho, en las monedas acuñadas en su época y en la de sus sucesores, la figura de Alejandro Magno se fusiona y llega a confundir con la de Apolo. Asimismo, en el oráculo del oasis de Siwah se le proclamó hijo de Zeus–Amón, y aunque nunca repudió públicamente a su padre, el rey Filipo, tampoco desmintió su presunta ascendencia divina.

Con sus acciones extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del período helenístico y la posterior expansión de Roma. Fue además gran amante de las artes. Alejandro era consciente del poder de propaganda que puede tener el arte y supo muy bien controlar la reproducción de su efigie cuya realización sólo autorizó a tres artistas: un escultor, Lisipo, un orfebre y un pintor, Apeles. Los biógrafos de Alejandro cuentan que éste tenía en gran aprecio al pintor y que visitaba con frecuencia su taller y que incluso se sometía a sus exigencias.


Alejandro Magno (Sarcófago, Museo Arqueológico de Estambul)

El Ejército de Alejandro Magno
El ejército macedonio bajo Filipo II y Alejandro Magno consistía de diferentes cuerpos complementándose entre sí: caballería pesada; caballería ligera; infantería pesada e infantería ligera.

La caballería pesada la constituían los hetairoi o compañeros formados en escuadrones ilai de 256 jinetes con casco beocio, coraza de bronce o linotorax, equipados con xyston o lanza de 3,80 m y una espada. Los compañeros formaban la unidad élite de caballería aristocrática macedonia, siendo el principal elemento ofensivo de Alejandro. En batalla los compañeros se formaban a la derecha de los hypspistas; los 9 escuadrones en el orden del día con el escuadrón real de 300 jinetes tomando el lugar de honor en la línea bajo el mando de Clito cuyo deber era el de proteger al rey en batalla, a su izquierda se formaban los otros compañeros en 8 escuadrones de 256 compañeros subdivididos en 4 unidades de 64 jinetes bajo el mando de Filotas. La infantería macedonia actuaba de "yunque", mientras que la caballería era el "martillo" que azotaba al enemigo. En frente de los compañeros se formaban los arqueros y agrianos y protegiendo su flanco derecho los prodromoi y demás caballería ligera.

La caballería aliada tesaliana servía también como caballería pesada, armados y equipados como los compañeros, presuntamente la mejor caballería de toda Grecia y cuyo deber era proteger el flanco izquierdo de la falange macedonia. El escuadrón de Farsalia le servía de guardia a Parmenio. Al principio de la campaña había 1.800 jinetes tesalios.

Estos a su vez eran suplementados por el resto de la caballería pesada griega, este contingente aliado era parte de la fuerza con que contribuyó la Liga Helénica al ejército macedonio y que además servían de rehenes para el buen comportamiento de sus respectivas ciudades.

La caballería ligera consistía de los prodromoi o exploradores con casco beocio y sin más armadura, cuyo deber era el de reconocer el territorio enemigo que el ejército atravesaría, y en batalla se formaban a la derecha de los compañeros, usaban la sarissa o pica de los falangistas pero podían ser rearmados con jabalinas para reconocimiento y exploración.

Los prodromoi a su vez eran suplementados por la caballería tracia, odrisios y paionios en su mayoría, armados y equipados con casco tracio o en caso de los paionios con casco ático sin más armadura y blandiendo lanza y espada.

Alejandro y Egipto
La cultura del antiguo Egipto impresionó a Alejandro desde los primeros días de su estancia en este país. Los grandes vestigios que él veía por doquier le cautivaron hasta el punto que quiso faraonizarse como aquellos reyes casi míticos. La Historia del Arte nos ha dejado testimonio de estos hechos y apetencias. En Karnak existe un relieve donde se ve a Alejandro haciendo las ofrendas al dios Amón, como lo hace un converso. Viste la indumentaria faraónica:

Klaft faraónico (el manto que cubre la cabeza y va por detrás de las orejas, clásico del antiguo Egipto), más la corona Doble, roja y blanca, que se sostiene en equilibrio inestable.
Cola litúrgica de chacal, que con el tiempo se transformó en "cola de vaca".
Ofrenda en cuatro vasos como símbolo para indicar "cantidad", "repetición", "abundancia" y "multiplicación".
En los jeroglíficos del muro se distinguen además dos títulos de Alejandro-faraón que se presentan dentro de un serej y un cartucho egipcio:

Nombre de
Horus:
ḥr mk kmt (Horus Mek Kemet)
Protector de Egipto (Kemet)

Nombre de Nesut-Bity:
stp.n rˁ mr imn (Setepenra Meryamón)
Elegido de Ra; Amado de Amón

Nombre de Sa-Ra:
ˁ l k s i n d r s (Aleksanders)
Alejandro

Muerte de Alejandro

Alejandro Magno murió a la edad de 32 años y abundan las hipótesis al respecto de su muerte: Teorías actuales señalan como causa a la enfermedad vírica conocida como fiebre del Nilo. Otras apuntan al envenenamiento por parte de sus generales para apoderarse del Imperio, mientras que algunas menos excéntricas y más en acorde con lo extraordinario de su vida y posición, indican que tras una de las bacanales fiestas hartas de excesos que le eran habituales, después de practicar su desmedida afición a la ingesta de alcohol en la copa de Hércules (véase "cántharus" Cerámica griega) y descuidando los cambios de temperatura, cayó enfermo y falleció al poco tiempo a causa de una neumonía.

Actualmente se maneja la hipótesis del envenenamiento de los generales (sobre todo por Casandro y su copero Yolas) y la de la medicina aristotélica como "oficial" en esa época.

[editar] Después de Alejandro
A la muerte de Alejandro quedaron ciertos personajes como familiares y herederos como su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante Barsine y su hijo Heracles, personajes que fueron víctimas mortales del odio del despiadado y ambicioso Casandro, su sucesor en el poder, y su probable asesino, asunto éste que, según ciertos historiadores, no se debe juzgar con la óptica actual sino con la de aquellos tiempos.

Dichos personajes eran: Filipo Arrideo, (que llegó a ser por poco tiempo Filipo III de Macedonia), hijo de Filipo II y hermanastro de Alejandro, más su esposa Eurídice (joven macedonia, mandada asesinar por Olimpia de Epiro después de la muerte de Filipo Arrideo). Roxana, princesa bactriano-persa viuda de Alejandro, embarazada; fue su última esposa, mandada asesinar por Casandro. Más tarde nació su hijo llamado también Alejandro, que llegó a ser Alejandro IV por poco tiempo, pues a los 13 años fue también asesinado por orden de Casandro. Había asimismo dos viudas más de Alejandro, hijas del rey Darío, Barsine-Estatira (su primera esposa con quien concibió un hijo, cuyo embarazo no llegó a término) y su hermana Parisatis. Aquí ocurre una paradoja, pues la primera mujer con la que Alejandro mantuvo una relación se llamó también Barsine. Era esposa de Memnón de Rodas, mercenario griego que luchaba por Darío. Se dice que tuvo al primogénito de Alejandro, Heracles, aunque muchos argumentan que se trataba de una argucia para conseguir poder y que Heracles no era vástago del Magno. De todas formas, tanto ella como su hijo fueron mandados asesinar por Casandro en el 309 a.C.

En el transcurso de unos pocos años, no quedó ningún miembro de la familia de Alejandro Magno. El reino también sufrió grandes divisiones a causa de disputas entre los generales más cercanos a Alejandro, muchos trataron de mantener el imperio unido pero bajo su mando, lo que generó una sucesión de batallas y campañas que derivaron en la división en varios reinos independientes que fundaron sus dinastías.

Dinastía Ptolemaica: Ptolomeo estuvo desde un primer momento en Egipto y se mantuvo aislado y estable desde un primer momento.
Dinastía Antigónida: Ubicada en Macedonia como centro y con Casandro como rey, esta dinastía ocupó también Grecia.
Dinastía Seleúcida: Con base en Babilonia y Siria, Seleuco dominó después un territorio más amplio, ya que se adueñó de Asia que estaba en poder de Antígono Monoftalmos.
Lisímaco obtuvo Tracia y Asia Menor pero no logró una sucesión.

[editar] Matrimonios y sexualidad de Alejandro
Generalmente se considera que el apego emocional más grande que tuvo Alejandro fue por su compañero, comandante de caballería y posible amante, Hefestión. Probablemente fueron amigos desde la niñez, dado que Hefestión también recibió educación en la corte del padre de Alejandro. Hefestión hace su aparición en la historia en el momento en que alcanza Troya. Allí ambos amigos hacen sacrificios en los altares de los héroes de la Ilíada; Alejandro honrando a Aquiles y Hefestión a Patroclo. Como Aeliano (o Eliano) en su Varia Historia (12,7) afirma, “De esa manera Alejandro implicó que él (Hefestión) era su objeto de amor, como Patroclo lo fue de Aquiles.”

Muchos discutieron su sexualidad ambivalente. La carta 24 atribuida a Diógenes de Sinope —aunque escrita en el primer o segundo siglo de nuestra era, y reflejando probablemente los chismes de los días de Alejandro— expresa que amonestó a Alejandro diciendo “Si quieres ser hermoso y bueno (kalos kai agathos), arroja ese trapo que tienes sobre tu cabeza y ven con nosotros. Pero no serás capaz de hacerlo, dado que estás dominado por los muslos de Hefestión.” Y Curcio relata que “Alejandro despreciaba los placeres sensuales a tal grado que su madre estaba ansiosa por temor de que éste no le dejase descendencia.” Para agudizar su apetito por las mujeres el rey Filipo (quien ya había reprochado a su hijo por cantar en voz demasiado aguda), junto a su madre Olimpia, trajo a una costosa cortesana llamada Kallixeina. Pero no todos los antiguos pensaban igual. Eumenes (370-265) afirmaba que Alejandro “no se sentía a gusto con el sexo".

Posteriormente, a lo largo de su vida, Alejandro se casó con varias princesas de los anteriores territorios persas: Roxana de Bactriana, Estateira, hija de Dario III, y Parysatis, hija de Oco. Alejandro fue padre de al menos dos niños: Heracles, nacido en el 327 adC de su concubina Barsine, hija del sátrapa Artabazo II de Frigia Helespóntica, y Alejandro IV de Macedonia, de Roxana, en el 323 adC.

Curtió mantiene que Alejandro también tomó como amante a “... Bagoas, un eunuco de excepcional belleza y en la flor de su juventud, con el cual Darío había intimado y con el cual Alejandro luego intimaría” (VI.5.23) (en la antigüedad los eunucos solían ser emasculados sólo de las gónadas). Eumenes escribe que, antes de aventurarse aún más al Este, Alejandro instaló a Bagoas en una villa en las afueras de Babilonia y requirió a todos sus oficiales y cortesanos —ya fuesen griegos o persas— a rendirle honores (esto es, a presentarle costosos regalos). El favor de Alejandro por Bagoas es también obvio con el subsiguiente nombramiento de éste como uno de los trierarcas, quienes eran hombres de carácter que supervisaban y financiaban la construcción de barcos para el viaje de regreso a la patria. Su relación parece haber sido bien conocida entre sus tropas, ya que Plutarco relata un episodio (también mencionado por Athenaios y Dicaearco) durante unos festejos cuando regresaban de la India, en los cuales sus hombres clamaban a Alejandro que besase abiertamente a Bagoas, accediendo a esta solicitud. Cualquiera que fuese su relación con Bagoas, no fue impedimento para que éste tuviese relaciones con su reina: seis meses después de la muerte de Alejandro, Roxana dio a luz a su hijo y heredero Alejandro IV. Además de Bagoas, Curcio menciona otro amante de Alejandro, Euxenippos, “cuya joven belleza lo llenaba de entusiasmo” (VII,9,19).

La cuestión de si Alejandro fue homosexual, bisexual o incluso transformista (durante las fiestas ocasionalmente se vestía con el vestido plateado de Atenea), tomando para ello su significado moderno, es controvertida.

Recientemente, muchos griegos han expresado indignación ante tales sugerencias en relación con su héroe nacional. Ellos argumentan que los relatos históricos que describen las relaciones sexuales de Alejandro con Hefestión y Bagoas fueron escritos siglos después de los hechos, y que de ese modo nunca puede establecerse cuál fue la relación “real” con sus acompañantes masculinos. Otros argumentan que lo mismo puede ser dicho respecto de toda la información disponible acerca de Alejandro Magno.

Tales debates, de todos modos, son considerados anacronismos por los eruditos en ese período, quienes señalan que el concepto de homosexualidad no existía en la Antigüedad: la atracción sexual entre hombres era vista como normal y parte universal de la naturaleza humana, ya que el hombre era atraído hacia la belleza, que era un atributo de la juventud, independientemente del sexo. Si la vida amorosa de Alejandro fue transgresora lo fue no por su amor hacia jóvenes bellos, sino por su relación con hombres de su propia edad en un tiempo en el que el modelo estándar del amor masculino era el que relacionaba hombres mayores con otros mucho más jóvenes.

[editar] Alejandro en la posteridad
La vida de Alejandro III ha dado lugar a abundante literatura y luego cinematografía del tipo peplum, por ejemplo el film Alejandro Magno de 1956, dirigido por Robert Rosen; Oliver Stone dirigió en 2004 otra película biográfica, Alejandro Magno (2004), desprestigiada por homófobos y falsificadores de la historia.

Principalmente en Asia, Alejandro Magno es adjetivado Bicorne (El de dos cuernos), porque se hacía representar como el dios Zeus-Amón, llevando una diadema con dos cuernos de carnero (el animal que representa a Amón), y por los dos largos penachos blancos que salían de su yelmo.

La figura del rey macedonio se prestó desde la Antigüedad a todo tipo de fantasías legendarias. Así, una leyenda neogriega recogida por Nikolaos Politis presenta a Alejandro obsesionado por la inmortalidad (como Gilgamesh) y emprendiendo en vano la búsqueda del agua sagrada que podría proporcionársela.

[editar] Juicios sobre su personalidad
Mary Renault: "Los (historiadores) modernos que lo han acusado de «una desagradable preocupación por su propia gloria» piensan en función de otra época. Hasta ese momento y de ahí en adelante, los más altos niveles de la literatura griega están impregnados del axioma según el cual ser digno de fama es la más honrosa de las aspiraciones, el incentivo de los mejores hombres para alcanzar las más altas cotas. Sócrates, Platón y Aristóteles lo aceptaron. Este ethos duró más que Grecia y Roma. La última palabra de la única épica inglesa es lofgeornost: «de lo más deseoso de fama». Cierra el lamento de los guerreros ante el difunto Beowulf."[5]
Hermann Bengston: "Si alguien tiene derecho a ser juzgado de acuerdo con las normas de su propio tiempo, este alguien es Alejandro." [6]
Robin Lane Fox: "Los historiadores, que no ven bien las guerras sin justificación ni las matanzas, ahora consideran a Alejandro excepcionalmente salvaje y cada vez más propenso a matar. Sus más viejos contemporáneos recuerdan a Hitler o Stalin (..) Hay historiadores modernos que, detestando el "imperialismo", intentan barrer estos movimientos considerándolos "pragmáticos" o muy limitados. Creo que sus prejuicios modernos les conducen a mal puerto, como les ocurre a muchos otros. Alejandro nació rey -- no derrocó una constitución, como Hitler. No tenía ni idea de qué era la limpieza étnica o racial. Quería incluir a los pueblos conquistados en su nuevo reino, el de Alejandro, mientras sus súbditos, por supuesto, pagaban tributos y no podían rebelarse" [7].
Victor Davis Hanson: "A demasiados estudiosos les gusta comparar a Alejandro con Aníbal o Napoleón. Un equivalente mucho mejor sería Hitler (...) ambos eran místicos chiflados, concentrados únicamente en el botín y el saqueo bajo la apariencia de llevar la 'cultura' a Oriente y 'liberar' a los pueblos oprimidos de un imperio corrupto. Ambos eran amables con los animales, mostraban deferencia a las mujeres, hablaban constantemente de su propio destino y divinidad, y podían ser especialmente corteses con subordinados aunque estuvieran planeando la destrucción de cientos de miles de personas, y asesinaron a sus colaboradores más íntimos."[8]
N. G. L. Hammond: "Hemos mencionado muchas facetas de la personalidad de Alejandro: sus profundos afectos, sus fuertes emociones, su valor sin límite, la brillantez y rapidez de su pensamiento, su curiosidad intelectual, su amor por la gloria, su espíritu competitivo, la aceptación de cualquier reto, su generosidad y su compasión; y, por otro lado, su ambición desmesurada, su despiadada fuerza de voluntad: sus deseos, pasiones y emociones sin freno (...) en suma, tenía muchas de las cualidades del buen salvaje."[9]
Paul Cartledge: "¿O no fue ninguno de estos [posibles Alejandros recreados por los sabios], o tenía algo de todos, o algunos, de ellos? (...) Mi Alejandro es una suerte de contradicción: un pragmatista con una veta de falsedad, pero también un entusiasta con una veta de romanticismo apasionado."[10]

[editar] Notas
↑ El nombre, derivado de las palabras griegas αλέξω (repeler, proteger) y ανήρ (hombre), significa Protector de los hombres.
↑ El que los macedonios de tiempos de Alejandro y anteriores fueran o no Helenos (griegos) es tema de discusión para muchos académicos. La cuestión depende enormemente de la clasificación que se haga del antiguo idioma macedonio. La separación entre macedonios y griegos en esta y otras frases no implica un posicionamiento en dicha discusión.
↑ Arriano 1.15.8; Plutarco (50.6) Diodoro(17.20.6-7)
↑ Plutarco. Vida de Alejandro Magno (50-51)
↑ Mary Renault, "Alejandro Magno" -Capítulo: "Troya"-
↑ Hermann Bengston, "The Greeks and the Persians", citado por Mary Renault como introducción de la novela "El muchacho persa"
↑ Robin Lane Fox en una entrevista para la página archeology.org y publicada en la Archeology Magazine
↑ Victor Davis Hanson, The Wars of the Ancient Greeks and their Invention of Western Military Culture, Londres, Cassell, 1999, págs. 189-190.
↑ Nicholas G. L. Hammond, Alejandro Magno. Rey, general y estadista, Madrid, Alianza, 1992, pág. 378.
↑ Paul Cartledge, Alexander The Great. The Hunt for a New Past, Londres, Macmillian, 2004, págs. 193 y 197.

 

© Gustavo Maure

Bibliografía

http://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Magno

Arriano, Flavio: Anábasis de Alejandro Magno. Obra completa:
Libro I-III, Editorial Gredos: Madrid, 1982 [1ª edición, 3ª impresión]. ISBN 8424902661.
Libro IV-VIII, Editorial Gredos: Madrid, 1982 [1ª edición, 2ª impresión]. ISBN 8424903064.
Caratini, Roger, Alejandro Magno.
Cosmelli Ibáñez, José, Historia Antigua y Medieval, Editorial Troquel S.A.: Argentina, 1983 [37ª Edición]. ISBN 9501663485.
Curcio Rufo, Quinto, Historia de Alejandro Magno, Editorial Gredos: Madrid, 1986 [1ª edición, 2ª impresión]. ISBN 8424910494.
De Santis, Marc G.: At The Crossroads of Conquest. Military Heritage, 2001. Volumen 3, No. 3: 46-55, 97 (“Alexander the Great, his military, his strategy at the Battle of Gaugamela and his defeat of Darius making Alexander the King of Kings”).
Guzmán Guerra, Antonio & Gómez Espelosín, Francisco Javier. Alejandro Magno, Alianza Editorial: Madrid, 2004. ISBN 8420658650.
Hammond, N. G. L.: Alejandro Magno. Rey, general y estadista., Alianza Editorial: Madrid, 1992. ISBN 8420627232.
Plutarco, Vidas Paralelas: Alejandro y Julio César.
Pseudo Calístenes, Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia; Edición de Carlos García Gual, Premio Nacional de Traducción 1978. Editorial Gredos: Madrid, 1988 [1ª edición, 3ª reimpresión]. ISBN 8424934814.
Renault, Mary: The Nature of Alexander.
VV.AA., Nacimiento, hazañas y muerte de Alejandro de Macedonia: contenido de su vida, sus guerras, sus proezas, Introducción Carlos García Gual, traducción Carlos R.Méndez; Editorial Gredos: Madrid, 1999. ISBN 8424920007.

Filmografía
Alejandro Magno, dirigida por Oliver Stone. El rey macedonio es interpretado por Jessie Kamm (niño), Connor Paolo (adolescente) y Colin Farrell (Adulto).
Alejandro el Grande, dirigida por Robert Rossen. El rey macedonio es interpretado por Richard Burton

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