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Psicología del Deporte Autor: Gustavo Maure

La indiferencia Instrumental

Las dificultades en la definición o cierre del Partido - La Presión

 

El general y la comprensión de la tropa

Este método se usa en los combates, una vez que se han dominado todos los demás aspectos del arte marcial. Estando en posesión de todas las cuestiones relativas al arte de la guerra, nos encontramos en condiciones de pensar en las tropas enemigas como si fueran nuestras propias fuerzas. En consecuencia, tratamos de imponerles nuestros deseos y manipularlos de acuerdo a las propias necesidades, tal como haría un general que imparte órdenes a sus soldados. Esto es algo que demanda trabajo.

Miyamoto Musashi

 

La indiferencia instrumental es una actitud psíquica esencial. Es propia de una mente tan poderosa como la de un maestro Zen.

Tiene varias aristas importantes, una de ellas es la siguiente:

La relación con el Otro - La posición frente al Otro

La agudeza verbal, la buena respuesta, el arte de la negociación, funcionan atacando al Otro con la elegancia del humor y por ende de la inteligencia. Freud relata un sutil comentario de Heine, este había sido invitado a una cena de gala convocada por dos nuevos ricos de dudosa moralidad que querían lograr prestigio social. Se habían hecho retratar y colocaron sus cuadros a la entrada de la mansión. Al llegar Heine ve los cuadros y pregunta ¿ donde está el salvador? … Evocaba, sin decirlo, que Cristo fue crucificado junto con dos ladrones. En el cuadro veía solo a los dos delincuentes. La agudeza, la sutileza y el humor permiten decir con elegancia lo que de modo directo hubiera sido demasiado agresivo.

Esopo, creador de incomparables fábulas como la cigarra y la hormiga o la gallina de los huevos de oro, nos brinda una historia simple pero que ilustra la presión del Otro.
Un pastor se dirigía a un pueblo vecino para vender un burro, lo acompañaba su joven nieto. Para que el asno llegara más descansado fueron caminando sin montarlo, se cruzan con unos caminantes que dicen; ¡Pero mira a los hombres de a pie y el cuadrúpedo lo más cómodo!! Tienen razón pensó el pastor y montaron ambos.
En otro encuentro opinan -¡Pobre animalito, va a explotar de tanto peso!! Por supuesto, pensó nuestro hombre y dejó a su nieto en la cabalgadura.

Vuelven a encontrarse con otros caminantes que se preguntan; ¿Como puede ser; el fuerte niño en la montura y el hombre grande a pie? -Lógico, pensó el pastor y bajó a su nieto subiéndose él.
Se cruzan con otra gente que exclaman; ¡Es increíble el grandulón montado, mientras el pobre niño tiene que caminar!! -Basta!!! exclamó el enojado pastor, desde ahora solo haré aquello que mi pensar estime correcto sin dejarme llevar por la opinión ajena.

Dennis Cerrato oleo sobre tela

El primer momento de la fábula es una relación de sumisión y subordinación al Otro. En el segundo tiempo se produce una reacción. Es una reacción de enojo positiva, que aquí llamamos valía, la que permite la separación y corte con la opinión ajena. El primer tiempo del pastor es de objeto pasivo, luego toma la posición de sujeto activo; escucha, pero finalmente decide él. Si se traslada al campo del deseo, formado por angustias y expectativas ajenas, tenemos una aproximación a nuestra fórmula matemática.

Veamos más claramente la idea, podemos representarla en una fórmula matemática. El nivel de presión soportable depende de la posición que ocupe en la relación con ese Otro. Si la posición es de objeto pasivo se tiende a la inhibición o al sumisión, si la posición es de sujeto activo se tiende a servirse de ese fenómeno colectivo en lugar de padecerlo. El grado x de presión soportable surge de la capacidad de dividir (disminuir) la Presión por la Valía (agresividad sublimada). El resultado es que se soporta x presión hasta donde sea posible mantener lo que llamaremos Indiferencia Instrumental, cuyos efectos son tranquilidad y precisión.

Presión
(deseo delOtro)

x = ------------------

Valía

Indiferencia

Instrumental

P

x = ----- = I.I.

V

Reitermos un cuadro del artículo La Presión:

Al igual que el estrés, un grado de presión aumenta la eficiencia pero luego la relación se invierte y a mayor presión comienza una disminución de la eficiencia. Maure

Cada jugador tiene un nivel, que determinamos como x, hasta donde puede soportar o tolerar la presión sin perder eficacia. No solo existen marcadas diferencias entre distintas personas sino también entre diferentes momentos en una misma persona. En el cuadro observamos como se comienza a perder eficiencia a partir de un hipotético nivel siete de presión.

Zico decía que el problema de ser un jugador muy reconocido es que la gente tiene expectativas (deseo del Otro) que uno no puede cumplir y eso es una presión muy difícil de afrontar.


 

Valdano relata una apuesta que perdió con Mardona en el mundial 86. [1] Sentados en el pasto conversaban luego del entrenamiento, al mirar a los periodistas Diego dice:

-A ninguno le gusta el fútbol !

-Podemos discutir si saben o no, pero gustar le gusta a todos. -responde Valdano para animar la conversación.

-Que nos jugamos a que no! –apuesta Diego.

-¿Y cómo hacemos para saberlo?

Y a continuación el 10 imagina un original método para averiguarlo. Se trataba de hacer caer un balón en medio del enjambre periodístico, si lo devolvían con el pie ganaba Valdano, si en cambio lo hacían con la mano ganaba Maradona.

Con la precisión que lo caracterizaba Diego deposita de un toque magistral la pelota en medio del grupo. Hubo un alboroto y el reportero que ganó la devuelve con las dos manos como haciendo un saque de banda.

Valdano se resiste a perder –Les da vergüenza alcanzarla con el pie porque estás vos.

Maradona, que tenía respuesta para todo, retruca –Si yo estoy de en una fiesta en casa del presidente de la nación con un esmoquin y me llega una pelota embarrada, la paro con el pecho y la devuelvo como Dios manda !!

Más que la prueba en sí nos interesa la relación que el capitán argentino tenía con el Otro, fuera quien fuera, Diego siempre le hacía una gambeta y un gol.

 

En cierto modo existe un grado de descreimiento sano hacia la gloria que el Otro promete (el periodismo, la gente) y para esto es también necesaria la pulsión de muerte sublimada, para producir este corte con el Otro cuyo efecto es el sujeto en acto. Esta presión es consecuencia de un deseo colectivo y si el deportista no puede sustraerse al Otro, moderarlo, filtrarlo, dosificarlo, anestesiarlo, dividirlo como enuncia la fórmula, vale decir, montar una indiferencia instrumental frente al acto que realiza, queda coagulado en el proceso.


En medio del partido más estruendoso los futbolistas prácticamente no escuchan a la tribuna pero sí a sus compañeros y técnico. Utilizan el mismo recurso auditivo que hace que un músico distinga un instrumento dentro de una variada orquesta. El lector puede intentar escuchar una conversación que se desarrolla a sus espaldas en un ruidoso bar, en pocos instantes logrará separarla del resto del bullicio y la oirá perfectamente.

Pero además intentan filtrar emocionalmente los cánticos, insultos o burlas. De cualquier forma jugar de local es siempre una ventaja, salvo que los jugadores puedan ser absolutamente indiferentes al clima emocional adverso, cosa que solo muy pocos logran.

 

Un cirujano guarda con el deportista más semejanzas de las que podrían imaginarse a simple vista, entre ellas la positiva sublimación de la pulsión destructiva y la sangre fría necesaria para la instrumentación de su acto. ¿Porqué motivo un cirujano no puede operar a un ser querido? La respuesta es clara, ...porque le importa demasiado. Podría verse afectado por sus emociones.

Indiferencia instrumental es signo de eficiencia. Aunque a veces el cirujano se excede y suele ser o demostrarse demasiado frío en la relación con el paciente. Son deformaciones profesionales.

Si durante la operación el galeno se ve asaltado por pensamientos sobre las consecuencias de una operación fallida, repercusiones de su éxito o descreimiento en sí mismo, es evidente que son pensamientos negativos o de auto boicot que perturban el acto médico que realiza; necesita abstraerse del contexto, concentrarse en lo suyo y operar maquinalmente por así decirlo. Lo mismo vale para un golfista que define un hoyo con el putter, un jugador que va a patear un penal decisivo o para un tenista en que una pelota cierra el partido. En el fondo el jugador intentará alcanzar la misma precisión y serenidad de espíritu que se le pide al cirujano.

La capacidad de abstracción es una especie de burbuja imaginaria al modo del traje de astronauta o de buzo, para interactuar con el medio hay que estar protegido y en cierta forma, aislado.

En la infancia esta operación de filtrado frente a los problemas del mundo exterior está a cargo de los padres, tal como lo describiera el psicoanalista Juan Vasen comentando la película La vida es bella, donde el papá judío intenta filtrar el gravísimo peligro nazi a su amado hijo.

 

Pero el problema de muchos deportistas es que sus padres no pudieron filtrar el poderoso deseo de que sus hijos triunfen y hoy esa presión les retorna desde el mundo exterior. Paradójicamente lo mismo que los llevó al éxito hoy les vuelve sobrecargado de voltaje y no pueden resistirlo.

 

Esta indiferencia instrumental es necesaria frente a la angustia colectiva o a la trascendencia del acto que se ejecuta, justamente alguien con buen humor en los momentos cruciales, muestra la tranquilidad que es efecto de este corte o división que hace la valía. El verdadero deportista es aquel capaz de jugar la final de la copa del mundo con la misma garra y alegría con que lo hacía en el potrero, (por lo menos en términos ideales). Si no logra desprenderse del Otro y filtrar las angustias colectivas, vale decir no hacerse cargo de estas, pagará con diferentes inhibiciones de rendimiento.

® Gustavo Maure

Todos los derechos reservados ©

 

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[1] Valdano, J. El miedo escénico y otras hierbas Buenos Aires, Aguilar, 2003, pág. 254.

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